Todo estaba preparado para presenciar un momento especial, la guinda a varias temporadas de luchas por mantenernos en la liga de las estrellas.

La esperanza cabía en la disputa de un solo partido. Noventa minutos nos separaban de volver a sacar la gabarra, de inundar el mundo con tonos rojiblancos, por haber conseguido lo mínimo a lo que este equipo aspira.

A pesar de las críticas vertidas toda la temporada sobre Toquero, llegó y triunfó. A un centro de Yeste, peina el balón para ilusionar a un pueblo. Eran minutos espectaculares, minutos que no se pueden olvidar. Lo difícil lo habíamos realizado. Comenzar ganando y mandar en el partido.
La máquina azulgrana iba cogiendo temperatura, pero nuestros chicos sacaban su mejor juego para plantarles cara.

Pero el barca es mucho mas que un equipo de estrellas. Guardiola sabe ajustar la máquina como pocos lo han hecho en su larga historia. Y comenzó el recital. Hay que quitarse el sombrero ante el toque incansable de este equipo.

La potencia de Turé Yaya, la clase de Messi, la esperanza azulgrana en el toque de Bojan y como no, el eje central de este club, Xabi, el cual nos demostró porque funciona este barca, con un gol colocado a la escuadra, ejemplo de la técnica en sus pases medidos.

Y el sueño se acabó. Como si de un cuento se tratara, a la media noche nos despertamos, abrimos los ojos y nos miramos unos a otros, al marcador del estadio de Mestalla, y nos dimos cuenta que el titulo se lo llevaban ellos, los mejores en los noventa minutos jugados, pero la entrega era nuestra. Habíamos inundado de color rojiblanco todas las pantallas del mundo, parecía que el partido era nuestro por los vítores de una afición que nunca se cansará de estar en lo bueno y en lo malo con un club como el Athletic, un club con una filosofía particular, en la cual hay que confiar para poder seguir demostrando al mundo que cuando comienza un partido salimos al campo doce jugadores, la afición siempre nos hará ser uno mas.